Cuando comencé mi andadura en la oficina de Los Ángeles me tuve que acostumbrar a revisar todos los curriculums sin fecha de nacimiento ni foto; fue un cambio importante pero que ya se ha convertido en mi día a día. Lo que se pretende con esta práctica es que no haya ninguna discriminación positiva o negativa por edad o apariencia; otra cosa es que se consiga realmente o no. Este tema ya en sí daría para una buena discusión pero me gustaría usar esta introducción para hacer una reflexión que, seguramente pronto, llegará a otras partes del mundo.
Desde principios de año existe una ley en California que prohibe se pregunte el salario actual a un candidato en una entrevista. Esta ley ya se aplica en otros 7 Estados y tiene visos de que se extenderá a todo el territorio americano en los próximos meses.
Nuestra mentalidad actual, como headhunter o empleador, es la de que el salario potencial de un candidato lo marca el salario actual; hay temor por "sobrepagar" o, seamos sinceros, hay muchas ganas de ahorrarse unos cuantos miles en la cuenta de resultados. A fin de cuentas, ¿cómo se va a quejar un candidato si le estoy ofreciendo un incremento salarial considerable?
En mi profesión se pregunta el salario al candidato de la misma manera que el médico le pregunta a su paciente qué es lo que quiere tratarse. Es información que hemos considerado vital para el desarrollo exitoso de un proceso. Yo, por lo tanto, tuve que variar mi forma de trabajar hace ya bastantes meses y he sacado conclusiones muy interesantes.
Mi opinión es que es una ley con más pros que contras que facilita y enriquece el proceso de selección. Quién nos hubiera dicho que en el terreno laboral se pueden poner herramientas tan sencillas que ayuden a homogeneizar un detalle tan crucial en la vida de cualquier trabajador. Como diría el eterno Joaquín Prats......A jugar!
Autor Javier Cuesta
Associate Director at Michael Page